Reproduzco a continuación un artículo publicado por Carlos Colón en su columna “La ciudad y los días” del Diario de Sevilla, bajo el título EL CINEMA TOMARES.
“En pleno centro de Tomares, la familia Cansino ha mantenido contra vientos de modas y mareas de tentaciones constructivas uno de los últimos cines de verano tradicionales de la provincia de Sevilla. Los vecinos de Tomares lo aprecian y por eso se puede leer en la web tomareshoy.com: "Tenemos la suerte de contar con este estupendo cine en Tomares, uno de los pocos que quedan en la provincia. Enhorabuena a la familia Cansino, por su valentía y su esfuerzo". La familia Cansino también sabe el valor de la tradición que mantiene y por eso ha creado su propia web -www.cinematomares.com- en la que, además de informar sobre la programación diaria, invitan a disfrutar de las películas proyectadas sobre una pantalla gigante de 72 metros cuadrados y de las tapas (especialmente los montaditos) de la selecta nevería. Y esto no sólo lo saben los tomareños, sino también todos los españoles que vieron el reportaje El Cinema Paradiso sevillano que le dedicó el programa España directo.
Lo que hace la familia Cansino en Tomares no es sólo mantener un negocio, aportar una grata forma de ocio a los vecinos o mantener una simpática costumbre. Además de todo esto mantiene viva la más antigua y autóctona forma sevillana de ver películas. El teatro de verano Eslava, ubicado donde hoy se alza el Alfonso XIII, proyectaba películas desde 1900 y el Portela desde 1901. Cinco años más tarde, el 7 de agosto de 1906, El Liberal reconocía: "Hay que rendirse al hecho de que el cinematógrafo priva este verano en Sevilla". Y es que ese verano de hace 103 años los sevillanos veían películas en el Salón Victoria, el Plaza Nueva, el Salón Gaumont, el Alameda y los cines ambulantes que recorrían los barrios siguiendo el calendario de las verbenas.
Que los cines de verano se han convertido en un bien cultural tutelado por las instituciones lo demuestra que la Universidad de Sevilla y la Diputación Provincial hayan asumido su supervivencia en los patios de la Facultad de Geografía e Historia y de la Diputación. En Tomares vive sin ayudas, con toda su autenticidad de cales y nevería, gracias a la familia Cansino. Sería lógico que la misma Diputación que restituye a los sevillanos lo que han perdido ayude a que sigan abiertas esta sala que Rafael y los suyos cuidan como su propia casa, desatendiendo ofertas millonarias, el ventanuco encalado a través del que Pepi vende las entradas, la puerta en la que Toñi las corta y la nevería que alegra estas noches de cine bajo las estrellas en las que el crí-crí de los grillos se mezcla con el crac-crac de las pipas. Esto también es patrimonio”.