Hace más de doscientos años la Constitución Española de 1812, nuestro primer texto constitucional, ya consagraba la diputación como la administración que garantizaba los estándares mínimos de bienestar para la sociedad liberal de la época. Desde entonces, el éxito de las diputaciones ha consistido en su capacidad para adaptarse a las necesidades del ciudadano, garantizando el equilibrio territorial y la igualdad en las prestaciones de servicios. Podemos decir que tras doscientos años, estas instituciones tienen sus competencias perfectamente definidas y no sólo tienen futuro, sino que además son imprescindibles para afrontar los nuevos retos que nos plantea la sociedad actual. Sin embargo, en los últimos decenios, las diputaciones se han topado con dos grandes problemas. El primero al tener que convivir con las comunidades autónomas que nac...
Eloy Carmona. Abogado. Un blog de Derecho y Ciencias Políticas.